jueves, 17 de febrero de 2011

Genocidio de los Charruas.

"No se puede enterrar un crimen para siempre. 

Tampoco se puede desmerecer eternamente 

una gran cultura, porque deja demasiadas huellas."
Gonzalo Abella.

Esto dice el historiador Gonzalo Abella recordando aquel fatídico año de 1834, cuando un numero demasiado grande de Charruas eran exterminados por el novel y "civilizado" Estado Oriental. En una entrada anterior expuse La guerra Charrua en el relato de Felix de Azara, aquel naturalista español que nos ayudo a comprender un poquito mas a este pueblo.

La selección uruguaya de futbol se llevó desde hace muchos años atras el mote de "Charruas", y la invocación de la "Garra charrua", una especie de singularidad futbolera que no se sabe definir con certeza y que nos hace ganar los partidos mas imposibles.

Sin embargo la tribu Charrua vio cercenada su existencia como grupo humano cuando una operación del gobierno de Rivera asesina a sangre fría a muchisimos de ellos y toma prisioneros a unos cuantos. No creo que los Charruas hayan tenido tiempo para enseñarnos a jugar al futbol (creo que lo hubieran llegado a hacer muy bien)

Años antes José G. Artigas en carta a las autoridades de Corrientes (9 de enero de 1816) diría:


"...Los indios, aunque salvajes no desconocen el bien y aunque con trabajo al fin bendecirían la mano que los conduce al seno de la felicidad, mudando la religión y costumbres. Este es el primer deber de un magistrado que piensa en cimentar la publica felicidad."


Pero el Estado Oriental tenía otros planes y a la pública felicidad se llegaría por otros medios. Dice Abella:


     "Hubo pueblos en América que no formaron imperios, sino que lucharon para resistir a todos los imperios.

     La Antropología oficial los cataloga como pueblos "inferiores", que no pasaron del "neolítico", pero se equivoca.

     El hombre de las cavernas europeo vivía la Edad de Piedra porque no tenía referencias de otras pautas culturales; en realidad no las había en su entorno ni en el mundo, porque estamos hablando de cientos de miles de años antes de nuestra época. Avanzaba y creaba exclusivamente desde su propia experiencia, que luego transfería a las nuevas generaciones.

     En cambio el hombre americano que trabajaba la piedra en la pradera en el siglo XV estaba perfectamente informado de la existencia de imperios, sabía que en Los Andes se trabajaba el metal, conocía la existencia de los lejanos templos de piedra, recibía por trueque tejidos, mantas y cerámica sofisticadas.

     El (en realidad debería decirse : "ellos y ellas") hacía(n) opciones de acuerdo a estrategias adaptativas, a gustos culturales y normas éticas muy respetuosas de la horizontalidad en el trato interpersonal.

     Acosta y Lara, en un interesante trabajo reconoce que la traición de Rivera a los charrúas, su trampa en el Salsipuedes, no pasó inadvertida para los gobernantes de la región. Escribe:

     "Las autoridades de Entre Ríos y Río Grande do Sul siguieron muy de cerca el operativo."

     Aún más: Acosta y Lara reconoce la participación del genocida argentino Lavalle y del "comando fantasma" del brasileño Rodríguez Barboza en la masacre de Salsipuedes. (ver: Injerencia extranjera en la soberanía uruguaya)

     Pero en cierto sentido la justifica, porque era una acción, dice textualmente,

     "...tendiente a erradicar todas las formas de barbarie que imperaban en nuestras tierras interiores..."

     ¡¡Para Acosta y Lara, como para Sarmiento, la barbarie es la forma indígena de vivir, no el genocidio!!

     El Estado Oriental masacró a los charrúas, organizó un remate para subastar a las muchachas charrúas sobrevivientes en el Durazno, repartió a los niñitos charrúas sobrevivientes en Montevideo, enjauló y vendió a un circo francés a cuatro charrúas, entre ellos una mujer embarazada y luego dice oficialmente que eran pocos, brutos e incorregibles. ¡Y 160 años después todavía alguien dice que eso se hizo "para erradicar todas las formas de barbarie que imperaban en nuestras tierras interiores"!

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