domingo, 6 de marzo de 2011

Brujas sobre escobas en la edad media.

La imagen de la bruja montando una escoba está en el subconsciente de muchas generaciones. El cine, los disfraces de Halloween,  y la literatura para niños se encargan de alimentar el mito. Sin embargo el uso de escobas o instrumentos con los cuales "volar", no es tan fantástico como se lo pinta y está mas vinculado a eventos farmacológicos.

Como recordará en una entrada anterior (El martillo de las Brujas) la Edad Media está llena de procesos en contra de mujeres con ciertos conocimientos a las que se les acusaba de brujería. Los dejo con Antonio Escohotado, quien en su libro Historia general de las drogas, tiene suficientes citas acerca de este peculiar obrar de ciertas mujeres que son llevadas hasta la Inquisición.
  

"Ya durante los procesos inquisitoriales de la década de 1330 en Carcasonne, donde por primera vez aparece el sabbat con este nombre, pueden leerse en la trascripción de declaraciones asertos como el siguiente:



Allí se encontró con un macho cabrío gigantesco, al que saludó y al que se abandonó. El macho cabrío, a cambio, le hizo conocer las plantas venenosas, cociendo en calderos, sobre un fuego maldito, hierbas envenenadas Desde entonces se ocupa en la confección de ciertos ingredientes y brebajes perjudiciales 14.
  

Desprovisto de ropaje mítico, la mujer en cuestión copuló o creyó copular con un hombre cubierto por pieles de animal (o fantaseado así bajo los efectos de algún fármaco), que luego la instruyó como hierbera y droguista. Contenta con ambas cosas, pasó a ejercer su oficio hasta topar con los inquisidores. Un código castellano de estas fechas parece prever aprendizajes semejantes cuando determina con todo laconismo: «Otrosí, la muger que fuese eruolera o fechicera, quémenla o sálvese con fierro» 15.

De la misma época (concretamente de 1324, cuatro años después de promulgarse la bula Super illius specula de Juan XXII) es una diligencia inquisitorial donde se dice:

Al revisar el desván de la dama se encontró un tubo de ungüento, con el cual engrasaba un bastón, sobre el cual podía deambular y galopar a través de todos los obstáculos donde y como ella quisiera 16.

El detalle de la escoba, reiterado en mil lugares, tiene una explicación farmacológica también, y es de los que se mantienen prácticamente invariable hasta el siglo XVII. Otra diligencia, ahora de 1470, indica:

El vulgo cree, y las brujas confiesan, que en ciertos días y noches untan un palo y lo montan para llegar a un lugar determinado, o se untan ellas mismas bajo los brazos y en otros lugares donde crece vello17.

Los demás lugares donde crece vello (en una mujer) coinciden ciertamente con aquellos que están en contacto con la escoba cuando monta sobre ella. El palo se empleaba para frotar o insertar los ungüentos en zonas que la modestia del inquisidor se resiste a decir. Las zonas prohibidas son lo que algunas desdichadas llaman también «partes diabólicas» en una confesión extraída hacia 1540:

...y confesaron (según consta en sus procesos) que habían conocido muchas veces carnalmente al demonio; y preguntadas en particular si habían conocido algún deleite notable en su acceso respondieron constantemente que no, y esto a causa de la incomparable frialdad que sentían en las partes diabólicas, de las cuales también a su parecer se les revertía un humor frío como el hielo, a manera de granizo, por las entrañas18. 


Un documento posterior describe ya cómo una anciana activa las «partes diabólicas» con una pomada de gran potencia: 


Tras desnudarse y frotarse el ungüento echó la cabeza hacia atrás y quedó dormida al instante. Con ayuda del Diablo soñó con la lujuriosa Venus y otras supersticiones de forma tan realista que lanzando un grito y gesticulando con las manos rodó desde la peana donde se encontraba 19. 


Tiene probablemente razón un antropólogo contemporáneo al afirmar que las famosas escobas de las brujas fueron consoladores químicamente reforzados, que «sin descartar su simbolismo fálico, servían para aplicar los extractos atropínicos a las sensibles membranas vaginales» 20. En realidad, por las informaciones conservadas se diría que hay dos modalidades básicas de administración; una colectiva y campesina, donde intervienen ambos sexos (ligada a ceremonias iniciáticas y estacionales, y al aprendizaje de un oficio), y otra solitaria que se inscribe en un ritual de índole más bien masturbatoria, dependiente de un mercado de pomadas que probablemente vendían a buen precio hechiceras rurales y urbanas. 

De ahí que no sólo a propósito de comparecencias en sabbats baraje el inquisidor un vínculo entre apostasía hechiceril y consumo de drogas. Cualquier uso de una pomada requiere «justificación». En sus Instrucciones a los jueces en materia de brujería (que preparan su tratado Sobre la demonomanía de los brujos (1580)) es el célebre magistrado civil Juan Bodino 21 quien advierte:


Si se hallare el reo untado con algunas grasas, ello es indicio para el tormento, y más si no pudiera justificar tales grasas, pues es sabido que los brujos se valen comúnmente de tales drogas en sus maleficios 22.


Puede pues, afirmarse que si bien hay varios «indicios» recurrentes de brujería, como la posesión de ciertos libros, la existencia de «señales» 24, los antecedentes por parentesco o «demonios familiares» y algunos detalles más episódicos, ninguno tiene la continuidad y solidez de los «untos y potages» como prueba. La demonomanía de los brujos definida por Bodino y sus colegas en la magistratura civil o eclesiástica es en primera instancia una toxicomanía comprobada o supuesta. Justamente por eso los humanistas insisten sobre la tesis de los ungüentos sólo psicoactivos, ya que si eran efectos naturales de sustancias naturales la persecución por «apostasía» parecía perder fundamento."

Fuente:
Historia General de las Drogas. 
Antonio Escohotado. 



14 Cfr. Caro Baroja, 1966, pág. 235.
15 Fuero de Cuenca, Ureña (ed.), 1935, pág. 329
16 Cfr. Schultes y Hofmann, 1982, pág. 88.
17 J. Bergamo, en Hansen, 1901, pág. 199.
18 Laguna, en Font Quer, 1982, pág. 568.
19 J. Nider, 1692; en Harner, 1972, págs. 131 132.
20 Harrier, 1972, pág. 131.
21 Bodino pasa a los anales de la ciencia política por fundar el concepto de soberanía nacional (a partir de la vieja realeza sagrada). Estableció que los brujos son culpables de 15 crímenes, ni más ni menos, añadiendo normas procesales sobre modos de tomar declaración y penas correspondientes a cada uno.
22 Cfr. Brau, 1973, pág. 43.
24 Por «señales» de filiación satánica se entendía prácticamente cualquier característica no muy habitual,
como manchas o te-ras anatómicas congénitas, puntos insensibles al contacto de una aguja, incluso
verrugas en ciertos casos. A falta de otras pruebas, una mujer que tenía un pezón de más fue condenada considerando que «un gato o escuerzo satánico podría mamar de él y engordar» (cfr. Huxley, 1970, pág. 126).

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