Primeras fortificaciones de la Colonia del Sacramento en 1680. Imagen perteneciente al Museo de la Colonia del Sacramento (detalle). |
"En 1950 Enrique M. Barba publicó, en el tomo XXXII de la Revista Humanidades, en la Facultad homónima de La Plata, un trabajo titulado Una invasión inglesa durante el gobierno de Cevallos. Barba aclaró entonces: "Está fuera de mi propósito presentar las cosas con ribetes sensacionalistas. No titularé a mi trabajo La primera invasión inglesa. Un par de décadas después, en el número 43 de la revista Todo es Historia, se mostró arrepentido: "Creo, ahora –escribió– que debí titularlo de esa manera". En efecto, es ése el título que lleva en la revista de Félix Luna. Barba refiere a un documento hallado en la Biblioteca Nacional de Madrid, sección manuscritos, con la signatura MS19.658, y se titula "Proyecto de los ingleses y portugueses sobre la conquista y saqueo de Buenos Aires y su fin".
Los ingleses contaban como segura a la Colonia del Sacramento, ya que estaba en manos de los portugueses. Nunca pudieron prever que caería bajo la dominación de Cevallos el 2 de noviembre de 1762. No estaban satisfechos con las crecientes ganancias proporcionadas por el contrabando y, ante una propuesta lusitana, cedieron a la tentación: apoderarse del Río de la Plata quedando la parte oriental para los portugueses y Buenos Aires para Inglaterra.
Joseph Reed, tonelero de un navío que había llegado en 1754 a Buenos Aires, se presentó en Inglaterra ante el capitán Mac Ñamara agregando leña al fuego: le dijo que tenía "amigos de autoridad" en Buenos Aires, cuyo río conocía, al igual que sus "entradas y salidas de tierra", y que la ciudad era apetecible y de fácil conquista. Reed convenció a Mac Namara y logró la patente de capitán para la empresa, dirigida por la Compañía de Indias Orientales. Fijaron carteles en Londres para que se presentasen los que quisieran embarcarse en una expedición al Mar del Sur, ofreciéndoles participar en la división de las ganancias que se consiguieran.* La empresa fue financiada por suscripción, y comerciantes británicos interesados en el "negocio" integraron un capital de cien mil libras esterlinas. También llevaron cuarenta mil libras en géneros a bordo del Lord Clive.
Mac Namara equipó y armó a sus expensas un navío con sesenta cañones y una fragata, la Ambuscade, con cuarenta marinos y setecientos hombres anotados como voluntarios. La expedición partió de Londres en julio de 1762. Pasaron en agosto por Lisboa, donde recibieron instrucciones para "sacar del Brasil las embarcaciones y tropa necesaria". El 1 de octubre, en Río de Janeiro, el gobernador Bobadela les entregó un navío con setenta cañones, seis bergantines y seiscientos portugueses.
A principios de diciembre estaban a la altura de Maldonado. A la altura de Montevideo abordaron una lancha española: allí se enteraron, por relato de los prisioneros, que Colonia había sido tomada por el Virrey Ceballos el 30 de noviembre. La noticia los desesperó; discutieron la posibilidad de atacar directamente Buenos Aires y sondearon varias veces el río sin encontrar paso para el canal del Sur.
Recalaron en la desembocadura del río Rosario, y se mantuvieron un tiempo entre este puerto y el de Santa Lucía. Ceballos, enterado de los movimientos, mandó refuerzos a la ensenada de Barragán, a Maldonado, Montevideo y también pertrechó Buenos Aires. Dejó en Colonia una tropa de quinientos hombres y otra de cien en la isla de San Gabriel.
El 6 de enero de 1763 las tres embarcaciones mayores de la escuadra, Lord Clive, Ambuscade y la fragata portuguesa Gloria entraron al canal del puerto de Colonia e iniciaron el ataque. El fuego comenzó a las doce horas y cuarenta y tres minutos, y duró hasta las cuatro de la tarde. Según el parte de los ingleses, dispararon tres mil treinta y siete cañonazos. Poco después de las cuatro la nave capitana inglesa comenzó a arder, con tanta fuerza que luego de notarse fuego en la cámara de popa ya estaba encendido todo el velamen. Las tropas de Ceballos recogieron ochenta hombres del agua, trescientos se ahogaron. Mac Namara, el jefe de la escuadra, se quedó en el navío, dejándose quemar a la vista de todos. Pese a ser víctima de una voladura, el Lord Clive no se hundió de inmediato y le dio tiempo a las tropas de españoles, indios y criollos, a sacar cuarenta cañones de bronce.
La Ambuscade tuvo cuarenta bajas, salvándose el poeta Thomas Penrose, cronista de la expedición. Las tropas de la Colonia sólo perdieron un teniente de Dragones, tres indios y un negro. Los prisioneros ingleses y portugueses solteros fueron despachados a las provincias y Chile y los casados fueron destinados a los pueblos de Areco y Lujan. Con el correr de los años muchos de ellos, básicamente los portugueses, que provenían de distritos viñateros, se dedicaron en Mendoza al cultivo de la vid."
Jorge Lanata
Argentinos, cap. 4
* Un hecho sobresaliente para destacar y que Lanata no menciona (y es de gran importancia para entender la motivación de la primera incursión inglesa)es la presencia en Gran Bretaña de un documento de autor anónimo con fecha de 1711, titulado ”Una propuesta para humillar a España”. El nombre de su autor se ignora , puesto que el editor de la obra se limitó a expresar que se trataba de “una persona de distinción”. La visión de este ilustre desconocido es aguda y certera, ya que inserta en su libro consejos que revelan un notable conocimiento de la economía política y de la ciencia militar de la época, junto con una vasta informacion marinera, y algunas sorprendentes ideas de estadista moderno, como así también un cierto disfrazado espíritu de piratería.
En cuanto a la forma de llevar a cabo su proyecto, textualmente dice: ”.... Humildemente propongo al gobierno, enviar a principios de octubre venidero, ocho buques de guerra con cinco o seis transportes, los que podrán llevar muy bien 2.500 hombres listos para desembarcar en cualquier momento, para atacar o más bien, para apoderarse de Buenos Aires. Estoy convencido que no se defenderá, o a lo sumo lo hará muy debilmente frente a tal fuerza, pues si sólo propusiera el saqueo, no dudo se podría hacer con sólo 400 filibusteros. Pero lejos de mi formular tan baja empresa, al contrario, tan pronto esté en nuestras manos, recomiendo se le fortifique del mejor modo que el país permita, pues allí no hay piedra, y los españoles haraganes jamás han fabricado ladrillos. Cuando esté ya fortificado, debería dejarse la mayor guarnición posible sin debilitar demasiado a los buques de guerra. En cuanto a la gente a bordo de los transportes, es de suponerse que se han embarcado para quedarse alli ....”
Continúa con una detallada descripción del territorio por conquistar, y del uso que de él podían hacer los ingleses. Así se explaya sobre las riquezas mineras del norte y sobre la extensión de las pampas ,considerando que la agricultura y la ganadería de esta región ofrecían al colono inglés perspectivas harto superiores a las que hallaba en su propia tierra . Estima además los resultados inmediatos que se lograrían tras la conquista propuesta, haciendo un cálculo de las ganancias que se obtendrían con la venta de artículos europeos en Buenos Aires , para señalar a continuación que “.... el Río de la Plata será la más importante y la menos gravosa de las colonias que la corona de Inglaterra haya poseído jamás ....”
Entre los beneficios de la conquista señala el incremento del comercio de esclavos, al que analiza detalladamente. A su entender, las perspectivas de enriquecerse atraerían gente en abundancia, deseosa de hallar aquí paz y prosperidad, después de las largas guerras que padeciera en Europa.
Describe al Paraguay, especialmente a la ciudad de Asunción, como un lugar lleno de ociosos que, como consecuencia de la abundancia de producción, son “.... Extremadamente perezosos y descuidan totalmente el comercio, perdiendo el tiempo en fiestas y tocando la guitarra ....” Las notas despectivas continúan al afirmar que, a su juicio, los habitantes de Buenos Aires gozan de gran felicidad, y viven despreocupados en sus casas de barro, sin temer el ataque de ningún enemigo, ya que la ciudad está fuera de todos los caminos del mundo. En una reflexión respecto de los merecimientos de los pobladores, expresa: “.... En pocas palabras, el país es demasiado bueno para sus indignos habitantes ....” Este pensamiento revela el profundo desprecio que los ingleses de entonces sentían por todo lo latino, especialmente por el habitante de las colonias españolas, por su doble condición de latino y de católico.
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Segunda invasión inglesa.
Tercera invasión inglesa.
Curiosidades en torno a las invasiones.
excelente documentacion para sacar del desconocimiento de la historia de la america del sur
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