El 29 del mes de abril, se celebra un hecho muy importante para la Revolución Oriental. El muy famoso "abrazo del Monzón". La historia de nuestra patria puede resultar fácil de asimilar por algunos, después están (o estamos), aquellos que siempre le buscan la quinta pata al gato, que sospechan que detrás de una acción histórica se encuentran hechos que no cuadran con los documentos que podemos tener, aparte de la historia oficial.
Digamos que la historia oficial, nos ahorraría muchísimos dolores de cabeza, mientras que el revisionismo mas o menos concienzudo no. No faltará, al momento de leer los documentos correspondientes, cierto sentimiento amargo de no conocer las cosas como las deberíamos conocer, o si me permiten filosofar... ¿Las deberíamos conocer?
Contexto de la situación.
Este recordado abrazo según la historia oficial, es el encuentro entre los dos caudillos Rivera y Lavalleja, que después de aclarar sus diferencias, aúnan fuerzas para luchar contra los invasores Luso-brasileños afincados en Montevideo.
Vamos a situarnos a los hechos antes del "abrazo". Los Luso-brasileños invaden la Banda Oriental permitiendo así el Exilio de Artigas y la creación de la Provincia Cisplatina. Lavalleja, luego de ser liberado de su prisión en "Ilha das Cobras" (Con dinero de la Revolución Artiguísta, fíjese usted), es designado como segundo al mando de Rivera y luego administrador de la estancia de Zamora, del Estado. El Cabildo de Montevideo comenzó la revolución contra el invasor, y designo a los caudillos del alzamiento: Pedro Amigo, Juan Antonio Lavalleja, Manuel Oribe, Leonardo Olivera y otros patriotas mas.
Usted se preguntará si se encontraba también Rivera. No. Don Frutos estaba del lado del invasor, y es mandado por Lecor para traer custodiado a Lavalleja a San José, tenía razones para tenerle desconfianza al patriota.
Lavalleja logra pasar el charco, y es en su exilio que el Cabildo lo nombra Teniente Coronel y Jefe Militar del Ejercito Independiente. Sin embargo es desde las Provincias Unidas que Lavalleja planea sus próximos movimientos.
Manuel Oribe, al frente de las tropas del Cabildo, choca contra Rivera que comandaba las tropas de Lecor en casavalle, ganando la pulseada. Pero en ese mismo año de 1823, Rivera es mandado por Lecor a apagar el alzamiento de Pedro Amigo. No solo consigue desbaratar la insurrección sino que ahorcan al patriota Amigo.
Rivera prestaba enormes servicios a la Provincia Cisplatina, era el traidor mas capacitado para ello. El mismo Sarmiento reconoce sus virtudes de traidor en su Libro Facundo (Rivera el Baqueano).
Abrázame muy fuerte.
Saltemos estos tristes hechos hasta el desembarco Oriental en la Agraciada: 1825. Aquí comienzan las primeras operaciones. Lavalleja entra en Soriano y continúa hasta Mercedes, sin combatir en esta última.
Por mientras, Rivera recibe ordenes de Lecor, de marchar a Soriano y Mercedes donde había alarma por las operaciones de los patriotas. Este habría de unirse a una fuerza de 300 portugueses en Colonia, pero enterado de esto Lavalleja, decide "cortarlo". En términos militares esto significa que Lavalleja logró interponerse entre los portugueses y Rivera que venía con algunos oficiales y cincuenta hombres.
Llegó carta.
Quiero que lean esta carta que envía Lavalleja a su esposa Ana Monterroso:
Mi querida Anita. El 19 salté en tierra. El 23 ataqué a Don Julián Laguna y a Servando en San Salvador. El 24 entré en Soriano. No quiero atacar a la Capilla en Mercedes por evitar un desorden en los vecinos de aquel pueblo. Continué mi marcha al interior de la campaña, y tuve noticias que D. Frutos venía en marcha de la Colonia a incorporarse a una fuerza de 300 Portugueses que cruzaban la campaña, y esta fue cortada por nosotros.
Desatendí todas atenciones y me propuse perseguirlo día y noche y el 29 a las once de la mañana lo hice prisionero con 6 oficiales que le acompañaban y 50 y tantos soldados.
No te puedo pintar cual fue la situación de aquel hombre cuando se vio entre mis manos: me suplicó librara su vida; a estas expresiones me encomendó y le hice ver que no era tan ingrato como él. yo traté de sacar de este acaso imprevisto todas las ventajas que me podían ser favorables, y lo primero fue hacer un oficio para el Coronel Borba que se hallaba en San José de guarnición para que saliera con toda su tropa y poderlo sorprender. Efectivamente logré mi intento fueron prisioneros 150 soldados y 9 oficiales.
En fin hija, me veo tan lleno atenciones que no tengo un pequeño lugar: basta decirte que vamos toda felicidad. Ya está reunido conmigo D. Bonifacio Calderón con 100 hombres y 200 que están en el paso del Durazno ya están a mis órdenes, marcho en esta misma hora que son las 9 de la noche sobre Canelón y mañana pienso estar en el Cerrito de Montevideo. Ya no tengo nada que temer. La Provincia se ha pronunciado de un modo indecible a mi favor. En la adjunta de Oribe para La Torre van más detalladas nuestras operaciones. Yo no tengo tiempo por eso no lo hago, pero dentro de 4 días mandaré a Cheveste y te escribiré circunstanciadamente; esto mismo hazle presente a los amigos y que no les escribo por que no me es posible pues ya marcha la tropa sobre el enemigo y no puedo detenerme un solo instante. La carta de Oribe instruirá a todos. Expresiones a mi amigo D. Pascual Costa y que dentro de 6 días le diré algo de bueno. A Don Juan Carlos que soy su amigo. A mi hija muchos y muchos cariños y tú manda a tu eterno esposo.
Parece que el abrazo no lo fue tanto. El Gral. José Brito del Pino en su "Diario de la Guerra del Brasil", escrito durante esa campaña, expresa: "Se pudo ir (Rivera) al galope y cuando llegó, recién se apercibió de su engaño y de que se hallaba prisionero de los mismos que iba a combatir. Como al verlo todos desnudaron sus espadas, creyó que iba a ser muerto y lleno de terror le dijo a Lavalleja: 'Compadre, no me deje Ud. asesinar'.
Entonces Lavalleja mandó que envainasen los sables y le contestó: 'Aunque no merecía otra suerte que morir a mano de sus paisanos a quienes ha traicionado como igual a su patria, he querido demostrar toda la generosidad que nos anima y ver si con conducta tal de nuestra parte, olvida Ud. su pasado de crímenes y traiciones y entra a hacer causa común con nosotros para libertar la patria'. Ya repuesto Rivera de su primer terror, se negó a cooperar, fundándose en que estaba al servicio del Imperio y no podía traicionarlo, añadiendo otras excusas, hijas de su malvada voluntad.
Entonces replicó Lavalleja: 'Pues bien, compadre, piénselo bien hasta la madrugada; si entonces no se ha decidido a volver al camino del honor, será fusilado y la patria vengada'. Se le hizo retirar enseguida a una tienda de campaña guardada por centinelas de vista. (...) Entregado quedó a sus reflexiones hasta las 2 de la mañana, más viendo que el término fatal se aproximaba, mandó llamar al general Lavalleja y le dijo: "Compadre, estoy decidido, vamos a salvar la patria y cuente Ud. para todo conmigo". Lavalleja lo abrazó entonces y lo comunicó a los demás".
Dice Sarmiento: "El general Rivera, de la Banda Oriental, es un simple baqueano, que conoce cada árbol que hay en toda la extensión de la República del Uruguay. No la hubieran ocupado los brasileros sin su auxilio;..."
Fuentes:
Boletín histórico del ejercito. 185º
La República.
La carta: La Epopeya Libertadora de 1825. Pivel Devoto.
J. Antonio Lavalleja. |
Contexto de la situación.
Este recordado abrazo según la historia oficial, es el encuentro entre los dos caudillos Rivera y Lavalleja, que después de aclarar sus diferencias, aúnan fuerzas para luchar contra los invasores Luso-brasileños afincados en Montevideo.
Vamos a situarnos a los hechos antes del "abrazo". Los Luso-brasileños invaden la Banda Oriental permitiendo así el Exilio de Artigas y la creación de la Provincia Cisplatina. Lavalleja, luego de ser liberado de su prisión en "Ilha das Cobras" (Con dinero de la Revolución Artiguísta, fíjese usted), es designado como segundo al mando de Rivera y luego administrador de la estancia de Zamora, del Estado. El Cabildo de Montevideo comenzó la revolución contra el invasor, y designo a los caudillos del alzamiento: Pedro Amigo, Juan Antonio Lavalleja, Manuel Oribe, Leonardo Olivera y otros patriotas mas.
Usted se preguntará si se encontraba también Rivera. No. Don Frutos estaba del lado del invasor, y es mandado por Lecor para traer custodiado a Lavalleja a San José, tenía razones para tenerle desconfianza al patriota.
Lavalleja logra pasar el charco, y es en su exilio que el Cabildo lo nombra Teniente Coronel y Jefe Militar del Ejercito Independiente. Sin embargo es desde las Provincias Unidas que Lavalleja planea sus próximos movimientos.
Manuel Oribe, al frente de las tropas del Cabildo, choca contra Rivera que comandaba las tropas de Lecor en casavalle, ganando la pulseada. Pero en ese mismo año de 1823, Rivera es mandado por Lecor a apagar el alzamiento de Pedro Amigo. No solo consigue desbaratar la insurrección sino que ahorcan al patriota Amigo.
Rivera prestaba enormes servicios a la Provincia Cisplatina, era el traidor mas capacitado para ello. El mismo Sarmiento reconoce sus virtudes de traidor en su Libro Facundo (Rivera el Baqueano).
Abrázame muy fuerte.
Fructuoso Rivera. |
Por mientras, Rivera recibe ordenes de Lecor, de marchar a Soriano y Mercedes donde había alarma por las operaciones de los patriotas. Este habría de unirse a una fuerza de 300 portugueses en Colonia, pero enterado de esto Lavalleja, decide "cortarlo". En términos militares esto significa que Lavalleja logró interponerse entre los portugueses y Rivera que venía con algunos oficiales y cincuenta hombres.
Llegó carta.
Quiero que lean esta carta que envía Lavalleja a su esposa Ana Monterroso:
San José Mayo 2-825
Mi querida Anita. El 19 salté en tierra. El 23 ataqué a Don Julián Laguna y a Servando en San Salvador. El 24 entré en Soriano. No quiero atacar a la Capilla en Mercedes por evitar un desorden en los vecinos de aquel pueblo. Continué mi marcha al interior de la campaña, y tuve noticias que D. Frutos venía en marcha de la Colonia a incorporarse a una fuerza de 300 Portugueses que cruzaban la campaña, y esta fue cortada por nosotros.
Desatendí todas atenciones y me propuse perseguirlo día y noche y el 29 a las once de la mañana lo hice prisionero con 6 oficiales que le acompañaban y 50 y tantos soldados.
No te puedo pintar cual fue la situación de aquel hombre cuando se vio entre mis manos: me suplicó librara su vida; a estas expresiones me encomendó y le hice ver que no era tan ingrato como él. yo traté de sacar de este acaso imprevisto todas las ventajas que me podían ser favorables, y lo primero fue hacer un oficio para el Coronel Borba que se hallaba en San José de guarnición para que saliera con toda su tropa y poderlo sorprender. Efectivamente logré mi intento fueron prisioneros 150 soldados y 9 oficiales.
En fin hija, me veo tan lleno atenciones que no tengo un pequeño lugar: basta decirte que vamos toda felicidad. Ya está reunido conmigo D. Bonifacio Calderón con 100 hombres y 200 que están en el paso del Durazno ya están a mis órdenes, marcho en esta misma hora que son las 9 de la noche sobre Canelón y mañana pienso estar en el Cerrito de Montevideo. Ya no tengo nada que temer. La Provincia se ha pronunciado de un modo indecible a mi favor. En la adjunta de Oribe para La Torre van más detalladas nuestras operaciones. Yo no tengo tiempo por eso no lo hago, pero dentro de 4 días mandaré a Cheveste y te escribiré circunstanciadamente; esto mismo hazle presente a los amigos y que no les escribo por que no me es posible pues ya marcha la tropa sobre el enemigo y no puedo detenerme un solo instante. La carta de Oribe instruirá a todos. Expresiones a mi amigo D. Pascual Costa y que dentro de 6 días le diré algo de bueno. A Don Juan Carlos que soy su amigo. A mi hija muchos y muchos cariños y tú manda a tu eterno esposo.
J.A.L. (Juan Antonio Lavalleja)
Parece que el abrazo no lo fue tanto. El Gral. José Brito del Pino en su "Diario de la Guerra del Brasil", escrito durante esa campaña, expresa: "Se pudo ir (Rivera) al galope y cuando llegó, recién se apercibió de su engaño y de que se hallaba prisionero de los mismos que iba a combatir. Como al verlo todos desnudaron sus espadas, creyó que iba a ser muerto y lleno de terror le dijo a Lavalleja: 'Compadre, no me deje Ud. asesinar'.
Entonces Lavalleja mandó que envainasen los sables y le contestó: 'Aunque no merecía otra suerte que morir a mano de sus paisanos a quienes ha traicionado como igual a su patria, he querido demostrar toda la generosidad que nos anima y ver si con conducta tal de nuestra parte, olvida Ud. su pasado de crímenes y traiciones y entra a hacer causa común con nosotros para libertar la patria'. Ya repuesto Rivera de su primer terror, se negó a cooperar, fundándose en que estaba al servicio del Imperio y no podía traicionarlo, añadiendo otras excusas, hijas de su malvada voluntad.
Entonces replicó Lavalleja: 'Pues bien, compadre, piénselo bien hasta la madrugada; si entonces no se ha decidido a volver al camino del honor, será fusilado y la patria vengada'. Se le hizo retirar enseguida a una tienda de campaña guardada por centinelas de vista. (...) Entregado quedó a sus reflexiones hasta las 2 de la mañana, más viendo que el término fatal se aproximaba, mandó llamar al general Lavalleja y le dijo: "Compadre, estoy decidido, vamos a salvar la patria y cuente Ud. para todo conmigo". Lavalleja lo abrazó entonces y lo comunicó a los demás".
Dice Sarmiento: "El general Rivera, de la Banda Oriental, es un simple baqueano, que conoce cada árbol que hay en toda la extensión de la República del Uruguay. No la hubieran ocupado los brasileros sin su auxilio;..."
Fuentes:
Boletín histórico del ejercito. 185º
La República.
La carta: La Epopeya Libertadora de 1825. Pivel Devoto.
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